Algunos recuerdos árabes en Niebla




El florecimie
nto de la época árabe en estos últimos tiempo nos ha dejado innumerables recuerdos: el recinto amurallado reedificado por el ultimo monarca de Liblah Aben Mafot, residencia magnifica de los Emires, Walles o Gualies del Califato de Córdoba y reyes de la ciudad, adornado suntuosos salones con artísticas yacerías semejante al Alcázar de Sevilla y Alambra y el soberbio recinto con su torre del oro que nos recuerda la celebre de Sevilla a orilla del Bétis ; acueductos para la traída de cristalinas aguas para los hermosos jardines del palacio de los reyes y para alimentar las fuentes publicas; preciosos arcos de Herradura de renombrados alarifes, modelo de arquitectura árabe, que nos trae a la memoria lacélebre Egira del Profeta; los molinos harineros con sus soberbios diques hidráulicos y las numerosas presas o albercas y pozos de Noria en ambas riberas del Tinto, para regar numerosas praderas y extensas vegas hasta el pie de la sierra, que prueban con su soberbio aljarafe de olivos hasta Sevilla, la riqueza y afición agrícola de los moriscos de Liblah. Como punto aparte mencionaremos sus adelantos maravillosos en la Cerámica con sus vasos, azulejos de tradición granadina multicolores y con los esplendorosos reflejos del iris, brocales de pozos, aguamaniles vidriados con una especie de patina de reluciente plata y verde de admirables vislumbres con inscripciones cúficas y exclamaciones de Alá, a veces con lucha de animales como se observan en ciertas labores de la Alambra de Granada. Curiosos y artísticos capiteles remedos y recuerdos de los de la Aljama de Córdoba. Monedas de oro y plata ya cuadradas o redondas con inscripciones o exclamaciones del Coran, siendo el ultimo en acuñarlas el rey Aben Mafot, que revelan el esplendor de su erario. Añadamos las mezquitas oriental mirando hacia la Patria del Profeta y al santuario de la Meca hoy iglesia cristiana de Santa Maria y la mezquita de Occidente, hoy iglesia de San Martín, con sus minaretes, torres o alminares para que los Muecines llamasen a la oración de los fieles creyentes de Ala, con sus platos de abluciones, grades pateras de mármol y otras clases de piedra (como el que se conserva en casa del vecino de Niebla, José del Rite) instaladas en los clásicos patios de los Naranjos que precedían a la mezquitas. Conservándose todavía actualmente en la parroquia de Santa Maria su alminar o torre almohade restaurada por orden del Emir de África, en el siglo XII y sus arcos de Herradura a la entrada de la Mezquita con columnas y capiteles de mármol con labores de lacería semejantes, a los que se ven en la Meca de Occidente en Córdoba, que nos dan idea de la prosperidad de la cora de Niebla o de la comarca de Sciorf, regin de Nobleza. La población de Liblah, a pesar de las guerras y estragos militares pasado siguió multiplicándose como en épocas anteriores. Su suntuoso Alcázar, según algunos cronistas, fue residencia señorial en tiempo de los Árabes de tres opulentas familias o dinastías que gobernaron en Liblah, la de los Becries u los Beni- Jahya y después por los de Beni- Mahfoth ( siglo XI al XIII) que le agradecieron y hermosearon.
Testo de D. Cristóbal Jurado.

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