EL CONDADO DE NIEBLA


La villa de Niebla constituía en el siglo XVI el centro del condado de su mismo nombre. Continuaba en poder de la casa de los Guzmán. Efectivamente, desde 1369, el citado linaje ostentaba por donación regia el señorío iliplense con dignidad condal. Niebla era capital del condado y ejercía en su jurisdicción sobre distintas poblaciones (Bonares, Lucena del Puerto, Trigueros, Villarrasa, etc.), localidades todas ellas englobadas dentro de su alfoz o término municipal. La dilatada pervivencia del régimen señorial ha conferido a estas tierras una acusada personalidad dentro de la actual provincia de Huelva, por lo que desde una óptica exclusivamente histórica se conoce a esta comarca con el nombre de Condado de Niebla.

Niebla desde su concesión señorial, en 1369, era una villa en progresiva decadencia. El comienzo del siglo XVI supuso para la población un nuevo infortunio. El joven conde, don Enrique de Guzmán, huyo a Portugal por desacato a Fernando el Católico. El monarca mandó que todas las villas y castillos de los “estados” del mencionado conde se entregasen a la obediencia real. Únicamente se resistió Niebla. Su alcalde se alzó en armas contra el rey.

Las tropas reales, tras cercar la villa, la saquearon en 1508.

Según el censo fiscal de 1530, Niebla tenia una población de 403 vecinos. Y a finales de dicho siglo, en 1591, el vecindario había descendido a 361, Esta despoblación paulatina no fue el resultado exclusivo de su inclusión en el régimen señorial, ni de la secuela del saqueo de 1508, sino que también influyó el impacto de las epidemias y de la emigración hacia San Juan del Puerto y Aljaraque, localidades recientemente pobladas, y. como no, a Sevilla, gran foco de atracción tras el descubrimiento de América.

Desde el punto de vista eclesiástico, Niebla, constituida en vicaría, daba nombre a un arcedianato. Dignidad exclusivamente honorífica en la archidiócesis hispalense, como remembranza de su antigua dignidad episcopal.

Poseía cinco parroquia o collaciones (Santa Maria, Santiago, San Martín, San Miguel y San Lorenzo) con un total de 10 clérigos beneficiados.

Completaba el panorama religioso un convento de dominicos instituido en 1531 y entre las ermitas cabria citar una, extramuros, dedicada a Santa Maria de lavapiés o del Pino.

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