NIEBLA Y SU TORCIDO ORGULLO

Es el orgullo un pecado derivado de la soberbia que convierte al que lo tiene en un ser fatuo insoportable y a veces hasta ridículo, pero todo esto desaparece si el orgullo es motivo de una causa noble, desinteresada, espiritual, tal es el orgullo de casta o raza o simplemente el propio pueblo, entonces es orgullo se convierte en virtud y aún es mas, si va espoleado por la ambición y amor propio entonces es como el motor que da impulso a grandes empresas que lo hacen prósperos, cultos e incluso bonito y atrayentes.

Se dice que un buen hijo de un pueblo es el que se siente orgulloso y disfruta con sus mejoras, lo ensalza y alaba, aunque sea ciegamente, creyéndole el mejor, ocultando sus faltas a ojos extraños y forasteros y es capaz de pelearse por defenderlo.

¿Ocurre esto en Niebla?, en absoluto. En Niebla desde luego también tenemos nuestro orgullo pero muy mal entendido. Tenemos el orgullo de nuestra vieja grandeza pero descansamos indolentemente en ellas, parece que nos basta y sobra con lo que fue, miramos al ayer y no nos estimula el hoy. No nos sentimos de ninguna manera en inferioridad en relación con ningún pueblo vecino por mucho que haya prosperado, a pesar de reconocer nuestro letargo urbanístico, cultural, económico, nosotros tenemos nuestro castillo, nuestras murallas, nuestras torres, etc. Además en su historia éramos cabeza del Condado y con esto nos sentimos más que satisfechos.

¿Nos hemos parado a pesar lo arcaico que resulta esto con relación al ritmo a que hoy camina el mundo? Es preciso despertar y justamente en esta hora clave de engrandecimiento que ha sonado para nuestro pueblo, poniendo todo nuestro entusiasmo y colaboración sin apatía ni criticas y todos a una, para que nuestros descendientes no hereden como nosotros mas ruinas, gloriosas si, pero ruinas; solamente sino que se las leguemos apuntadas y acicaladas en un bello y prospero presente.

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