Por fin, lo que se hallaba oculto e ignorado, después de la Reconquista de Niebla
por el monarca de Castilla, don Alfonso el Sabio, se ha descubierto
providencialmente, en una casa de vieja construcción, señalada con el numero 11
de gobierno en la calle llamada Real de
Niebla la Sinagoga
de los Judíos.
La fachada de la casa presenta el estilo, ya iniciado
antes de los Reyes Católicos, puerta grande y cuadrada, adornada con ligeras
cornisas y antepechos.
La techumbre y maderas del entresuelo son de castaño,
procedente de los grandes bosques que rodeaban a la ciudad en aquellos tiempos,
siendo el establecimiento de losas cuadradas o ladrillos. Las portadas del
interior son mudéjares, con arcos de estilo árabe apuntado.
Esta casa se halla dividida actualmente en tres
propietarios, llena toda ella de admirables frescos, que dan a entender que fue
una de las Sinagogas más suntuosas de Andalucía y quizás de España, habiéndose
perdido mucho por incuria y al hacer restauraciones profanas. Otros aparece
quemados, lo cual pudo suceder, al recibirse el decreto de expulsión.
Recientemente, uno de los dueños, don José Martín, al
ejecutar algunas reparaciones encontró con sorpresa el admirable fresco, del
sacrificio de Isaac, con todos sus detalles, cuando baja el joven del monte con
el haz de leña, cuando arrodillado espera el supremo momento de la muerte, viéndose
al Ángel del Señor que detiene la espada de Abraham. Además se ve en el fresco
una gran palmera, debajo de la cual se halla el cordero que es sacrificado en
lugar del hijo de Abraham.
Enfrente de este fresco aparece un conjuntos de personajes
y mujeres con diversos tocados y adornos; cuyo fin simbólico no acertamos a
expresar, por las lagunas que en él se encuentran, por haber desaparecido gran
parte de los dibujos; pero no recuerdan los gradados de la Biblia Moralizada de la
Edad Media, llevando en las cabezas gorros
y otros diversos adornos propio del siglo XV.
Enterado el párroco de dicha ciudad, don Cristóbal Jurado,
de la Real Academia
Española de la Historia,
del interesante hallazgo, fue a visitar las casas de referencia, concediéndole
toda la importancia que merecía los
indicados frescos y procediendo a seguir los descubrimientos.
Sus anhelos no fueron defraudados y tras de ímprobos
trabajos y puesto que las pinturas se hallaban, unas quemadas con antorchas, quizás
por los mismos hebreos al recibir el decreto de expulsión, y otras encaladas en
tiempos posteriores por manos profanas, aparecieron interesantísimo frescos al
claro oscuro, todos en forma de tapices y con orla plateresca.
Al subir la escalera principal de la casa, actualmente de
doña Paulina Moya, divisamos un fresco
incompleto, en dos partes, debido a las lagunas que el tiempo y la incuria ha
causado en él, viéndose distintamente en la parte superior, dos columnas, la
figura, al parecer de un perro, y una rosa en los intercolumpios.
En la parte inferior, se ve incompleto una figura majestuosa,
con largos trajes y barbas, piernas y pie descubiertos, llevando a la cabeza la
mitra de Pontífice con adornos de plumas y a un lado una figura de hombre o
mujer, recostado en un diván y cubierto con amplio ropaje, llevando en la
cabeza un sombrero adornado de plumas. A este fresco le circunda el adorno
obligado de estilo plateresco.
Después, siguiendo el primer corredor a la derecha de su
entrada, encontramos la escena de un banquete con varias mesas, tal vez
representación de Pascua, o sea la liberación del pueblo de Israel del yugo
egipcio.
En este interesante fresco, también orlado con franjas de
estilo plateresco, se halla una mujer con amplio y hermosos vestidos plegados,
peinado y adornado de plumas, teniendo a su lado u caballero con gorro cónico y
apuntado y el pelo cortado en melenas,
al estilo medieval, que recibe de la dama un pedazo de vianda, y a sus lados
aparece una cabeza con gorros cónicos, representativa, tal vez, del cocinero o
sirvienta.
En la mesa aparece un pan, una bandeja con una pierna de cordero,
un cuchillo y vaso o jarro para el agua.
Los manteles cuelgan plegados, con algunas franjas y
adornos.
En la parte superior de la gran mesa, aparece otra mesa
mas pequeña con los paños plegados y una botella de cristal en el centro.
Al lado de este fresco nos encontramos con otros
interesantes de batallas, en revuelta confusión de soldados, jinetes y
caballos, al estilo romano, viéndose como figura principal un jinete, tal vez representativo
de Judas Macabeo, el herodes la raza judaica.
En la parte de enfrente, en la pared que da a la fachada,
nos interesa ver dos figuras, la una como de un pontífice con mitra y la otra
representativa de un centurión, nagüeta dividida en trajes, al estilo romano y
armadura; con orla plateresca.
Dejamos para lo ultimo los fresco mas interesantes y
completo que ornamenta un muro saliente de la sinagoga.
El frente del muro ostenta preciosas labores de estilo
renacimiento o plateresco iniciado en el siglo XV.
En su parte derecha se dibuja un fresco simbólico
admirable.
La parte central lo constituye un joven que viste nagüetas
y sombrero de plumas, con muslos y piernas al natural o revestida con calzón de
punto, que lleva sobre sus hombros, a semejanza del buen pastor, un gran
pescado, rodeándole una mujer con tocado parecido al de Isabel la Católica, compuesto de
una franja blanca que rodea la cabeza; viéndose a sus lados dos jóvenes que
viste nagüeta y calzón de punto, ostentando en sus cabezas sombrero de plumas.
En la parte superior de este fresco dividido por una
franja blanca, se representa una especie de reyerta guerrera, compuesta de tres
soldados, con nagüetas, largas lanzas y gorros cónicos, llevando uno de ellos
un escudo fantástico especie de una cara humana.
En la parte inferior del fresco aparece una gran alfombra
plegada.
Todo él se halla circuido por una orla plateresca.
En la parte superior se divisa una figura de mujer entre
dos palmeras y en el lado opuesto un perro o león.
En el centro del fresco aparece un Ángel del Señor con
largos vestidos y una larga lanza que introduce en el pecho de una figura
tendida de hombre, envuelta en amplio ropajes y recostado bajo de una fuente de
mármol.
Tal vez sean símbolos este fresco de Heliodoro, general de
Selence Epifanes, a quien castigaron los Ángeles exterminador del ejercito de
Senaquerib, rey de Siria.
En la parte inferior aparece un adorno plateresco y una
alfombra plegada.
Estos son los principales frescos descubiertos, todo en
forma de tapices, aparte de otros muchos quedan por hallar envuelto actualmente
entre el encalado de manos indoctas y profanas.
Sobre los años 1930 /1940
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