Día 1 Martes a las 20:30 h. Misa de Acción de Gracias y a continuación , traslado de Ntro. Patrón desde la Ermita al Templo Parroquial de Ntra. Sra. de la Granada.
Días 2, 3, y 4 a las 20:30 h. Triduo en Honor de Ntro. Patrón San Walabonso.
Día 7 Lunes a las 12:00 h. Función Principal, presidida por excelentísimo Sr. Obispo y cantada por la Coral de Santa María de la Rabida, en la Iglesia de Ntra. Sra. de la Granada.
Alas 21:00 h. Solemne procesión de Ntro. Patrón San Walabonso.
Días 2, 3, y 4 a las 20:30 h. Triduo en Honor de Ntro. Patrón San Walabonso.
Día 7 Lunes a las 12:00 h. Función Principal, presidida por excelentísimo Sr. Obispo y cantada por la Coral de Santa María de la Rabida, en la Iglesia de Ntra. Sra. de la Granada.
Alas 21:00 h. Solemne procesión de Ntro. Patrón San Walabonso.
San Walabonso de Elepla
EL califa firmó la sentencia de muerte con su estilete o punzón de oro y tinta roja en blanco pergamino y la cual decia:
"Condenamos a ser degollado, por blasfemo y atrevido, a Walo, diacono, natural de Elepla, en la región de Onuba, provincia del Imperio:y a su compañero de prisión, perros cristianos , Pedro y Witremundo, natural de Ecija: Sabino, del lugar de Frosviano. Habencio y Jeremias, naturales de Cordoba; sufriendo antes la pena de azotes".
Érase Domingo, 7 de Junio del año 851, cuando una abigarrada muchedumbre de gentes, cruzaba las tortuosas calles de Córdoba en dirección a la orilla del Gudalquivir.
Numerosa escolta custodiaba a los reos condenados a muerte, marchando delante los pregoneros con las roncas trompetas, viéndose detrás a muchos cristianos, con los rostros ocultos, que seguían llorosos a los santos martires.
El Betis majestuoso, con sus revueltas aguas entre rojas y blancas, parecia murmurar sordas y enérgicas protestas contra la crueldad y el despotismo imperial.
En sus verdes márgenes se divisa el terrible y sangriento tajo de madera, donde el verdugo degolló después a los confesores de Cristo,cual mansos corderos, y no muy lejos los palos levantados para ser después expuestos muertos a la vista del pueblo, y donde todavia pendian los cadáveres de San Isaac y San Sancho, ejecutados el tres y el cinco de Junio.
Durante aquella noche trágica de espanto y de dolor para las familias cristianas, los centinelas del Alcázar imperial, de las riberas del Betis, oyeron asombrados, desde los torreones, musica celestiales y después contemplaron atónitos el paso de numerosos ángeles vestidos de blanco, que llevaban en sus manos las coronas resplandecientes de viva luz de la inmortalidad y del triunfo a los siervos de Dios, defensores de la santa religión cristiana y de la "justicia y libertad para con los pueblos oprimidos."
"Condenamos a ser degollado, por blasfemo y atrevido, a Walo, diacono, natural de Elepla, en la región de Onuba, provincia del Imperio:y a su compañero de prisión, perros cristianos , Pedro y Witremundo, natural de Ecija: Sabino, del lugar de Frosviano. Habencio y Jeremias, naturales de Cordoba; sufriendo antes la pena de azotes".
Érase Domingo, 7 de Junio del año 851, cuando una abigarrada muchedumbre de gentes, cruzaba las tortuosas calles de Córdoba en dirección a la orilla del Gudalquivir.
Numerosa escolta custodiaba a los reos condenados a muerte, marchando delante los pregoneros con las roncas trompetas, viéndose detrás a muchos cristianos, con los rostros ocultos, que seguían llorosos a los santos martires.
El Betis majestuoso, con sus revueltas aguas entre rojas y blancas, parecia murmurar sordas y enérgicas protestas contra la crueldad y el despotismo imperial.
En sus verdes márgenes se divisa el terrible y sangriento tajo de madera, donde el verdugo degolló después a los confesores de Cristo,cual mansos corderos, y no muy lejos los palos levantados para ser después expuestos muertos a la vista del pueblo, y donde todavia pendian los cadáveres de San Isaac y San Sancho, ejecutados el tres y el cinco de Junio.
Durante aquella noche trágica de espanto y de dolor para las familias cristianas, los centinelas del Alcázar imperial, de las riberas del Betis, oyeron asombrados, desde los torreones, musica celestiales y después contemplaron atónitos el paso de numerosos ángeles vestidos de blanco, que llevaban en sus manos las coronas resplandecientes de viva luz de la inmortalidad y del triunfo a los siervos de Dios, defensores de la santa religión cristiana y de la "justicia y libertad para con los pueblos oprimidos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario